De piel aterciopelada y textura firme, los duraznos (melocotones) pertenecen a la familia de las rosáceas. Hay cientos de variedades y todos caben dentro de dos categorías principales: los abrideros (el hueso puede separarse fácilmente de la pulpa) y los adherentes (el hueso se adhiere firmemente a la pulpa). La mayoría de los duraznos frescos que se venden en los mercados son abrideros; los adherentes, que son más firmes, se usan principalmente para enlatarlos.
Para esta temporada –de enero a julio– se estará dando el durazno amarillo (también llamado prisco o diamante) michoacano. Su pulpa es muy firme y crujiente, dulce y jugosa, rodeada de una piel aterciopelada de color amarillo intenso. Puede consumirse fresco, en almíbar, mermelada o como relleno para carnes y vegetales; ya sea crudo o cocido puede añadirse a ensaladas, para preparar bebidas, postres y platillos de acompañamiento. De igual forma resulta ideal para salteados frutales, compotas y conservas, o para añadirlo a carnes blancas y aves, sólo basta con saltearlo brevemente con mantequilla y flamearlo con un poco de brandy o coñac.
En cocina el durazno tiene un sinfín de aplicaciones aunque también es popular como fruta de mesa para consumo en fresco. En ensaladas resulta delicioso cuando se mezcla con verduras de hoja verde, quesos frescos y nueces, mientras que cocido con azúcar y especias hace un excelente postre.
Tradicionalmente, el durazno se consume a lo largo del país cocido en almíbar, siempre acompañado con crema fresca. También puede preparase en licor macerándolo en gajos con alcohol, jarabe de azúcar y extracto de vainilla.
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$35.00Precio
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