El chile jalapeño —así llamado por su centro tradicional de producción, la ciudad mexicana de Xalapa, en Estado de Veracruz— o chile cuaresmeño es una de las frutas mas picantes de Capsicum annuum más extensamente cultivadas y consumidas en América. Sólo en México se dedican más de 6.000 hectáreas a su producción, principalmente en la región de la cuenca del río Papaloapan, al sur del Puerto de Veracruz en el Estado de Veracruz, y en la zona de Delicias, en Chihuahua; en menor escala, se lo cultiva también en Jalisco, Nayarit, Sonora, Sinaloa y Chiapas.
El fruto del jalapeño es carnoso y alargado, alcanzando los 7 cm de largo y alrededor de 3 de ancho en la base. Se emplea tanto antes como después de la maduración; una parte importante de la producción total se destina al secado, proceso tras el cual se lo conoce como chile chipotle (del náhuatl chilpoctli, que significa "chile ahumado"). Es una variedad de fruta medianamente picante, entre 2.500 y 8.000 puntos en la escala Scoville, aunque la intensidad del sabor depende en gran medida de las características del terreno y de la variedad de semilla; las más habituales son conocidas como típico, meco y morita. Buena parte de la capsaicina, el alcaloide que provoca la picazón, se concentra en las venas y semillas en el interior del fruto; retirarlas antes de su empleo proporciona un sabor más delicado.
El jalapeño es un chile picante; sus frutos son firmes, aromáticos, de buen sabor y de aspecto atractivo por lo cual tienen muy buena aceptación en el mercado, tanto en el nacional como en el extranjero.
Como los restantes cultivares de C. annuum, el jalapeño se planta habitualmente poco antes del comienzo de la estación húmeda, y lo favorecen las altas temperaturas. Normalmente se cosecha alrededor de 70 días tras la siembra, rindiendo entre 25 y 35 frutos por planta.
Las principales enfermedades que atacan a este cultivo es Choanephora cucurbitarum, mancha gris o tizón por alternaria.
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